miércoles, 28 de febrero de 2018

¿Qué es el efecto Dunning-Kruger?

Una de las cosas más habituales durante la práctica psicológica es tener que explicar cosas que cualquiera puede percibir pero que muy pocos saben explicar por qué suceden. Con esto en la cabeza, los investigadores neoyorkinos Justin Kruger y David Dunning se enfrentaron en 1999 a una de las preguntas más repetidas durante la historia de la humanidad: ¿por qué la gente que menos sabe se lo suele tener más creído?




El 19 de abril de 1995, McArthur Wheeler tuvo una idea brillante: atracar un banco sin utilizar máscara, simplemente cubriendo su cara de zumo de limón. Según su lógica, "Si el limón sirve para crear tinta invisible, seguro que llenando mi cara de zumo las cámaras son incapaces de captar mi imagen". Ni corto ni perezoso, Wheeler agarró su arma, condujo hasta la sucursal más cercana y robó no uno, sino 2 bancos distintos a cara descubierta. El crimen perfecto.

...o lo sería, de funcionar el limón tal y como McArthur pensaba. Esa misma noche la policía llamaba a su puerta para detenerle. Sorprendido por la visita, dijo a la policía que cómo diablos habían logrado atraparle tan rápido, si él se había llenado la cara de limón. La policía no tardó en comprobar que McArthur ni estaba drogado ni padecía ningún trastorno; simplemente estaba completamente equivocado. 

Esta misma anécdota llegó a los oídos del profesor David Dunning, quien vio entre sus líneas una verdad universal: cuanto menos sabemos de algo, más nos cuesta percibir ese desconocimiento.  Acompañado por uno de sus ex alumnos (Justin Kruger), empezó una investigación para poner a prueba esa premisa. El objetivo: medir las habilidades reales de varios estudiantes y a continuación pedirles que valorasen cual creían que había sido la puntuación obtenida por ellos mismos. Los resultados no decepcionaron.




Aquellos estudiantes que puntuaron más alto tendían a infravalorar su rendimiento, mientras que los alumnos que sacaron las peores notas apostaban por unas puntuaciones elevadísimas. Para que os hagáis  una idea, varios de los que estaban a la cola creyeron que sus habilidades estarían por encima de dos tercios de sus compañeros. Esto venía a confiar su idea inicial, pues los mejores estudiantes tendían a subestimar su propia competencia, creyendo erróneamente que las tareas que para ellos eran fáciles de resolver también resultaban sencillas para los demás. Mientras tanto, aquellos alumnos con peores resultados sobreestimaban su habilidad, incluso cuando eran informados de su rendimiento real.

¿Por qué sucede esto? Según Dunning y Kruger, nuestra capacidad para evaluar el rendimiento en una actividad concreta depende de nuestra habilidad para realizar esa misma actividad. Así, aquellos con peores resultados no solo serán menos hábiles, sino que también sufrirán mayores problemas a la hora de valorar esta incompetencia.

A lo largo de los años se han repetido estos experimentos con resultados similares, y poco a poco se ha vuelto uno de los efectos más famosos a la vez que útiles para describir el comportamiento humano (especialmente el de los universitarios, a menudo creyéndose más expertos de lo que jamás serán). Aplicado a lo largo de toda una vida de aprendizaje, el efecto Dunning-Kruger se vería de manera similar a esto:



Y eso ha sido todo por esta semana. Como siempre no dudéis en utilizar los comentarios del artículo o de facebook para hacernos saber de qué os gustaría que hablásemos en un futuro.


No os perdáis

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