miércoles, 2 de mayo de 2018

¿Por qué nos dan miedo las arañas?

El miedo a las arañas constituye uno de los fenómenos más extendidos a lo largo de nuestra sociedad. ¿Y por qué no tenerlo? Las arañas son peludas, tienen un montón de extremidades y disfrutan escondiéndose en cualquier rendija oscura de nuestros hogares (el 65% de las habitaciones ocultan telas de araña en alguno de sus rincones). Con todo, las arañas (al menos en España) son totalmente inofensivas. ¿De dónde vienen estos miedos?


Una de las pistas más importantes para dilucidar la causa del miedo viene de su distribución a lo largo del mundo. Por sorprendente que suene, el miedo a las arañas no es algo global, sino que se da sobre todo en Europa y América, siendo casi inexistente en Asia y zonas donde su cultura ejerció una gran influencia. De hecho, existen partes tanto de África como Asia donde no se contempla a las arañas como algo peligroso, sino como una exquisitez culinaria

Teniendo esta diferencia en consideración, los científicos investigaron cómo era la relación entre los humanos de una población con las arañas, y repitieron ésto a lo largo de todo el mundo (aplicándolo también a otros animales temidos como las ratas y serpientes). Los resultados no tardaron en llegar: aquellos lugares donde existía un miedo generalizado a X animal presentaban en algún momento de su historia episodios de plagas o desgracias relacionadas con la especie en cuestión (peste - ratas, por ejemplo). Desde esta perspectiva, no resulta descabellado pensar que el miedo sistemático es una cuestión cultural, explicando así que en lugares donde no se dieron estas epidemias no exista un temor tan marcado por según qué animales. 

Con todo, la búsqueda de la verdad no se quedó ahí. Investigadores de Viena expusieron a niños de 6 meses a imágenes de serpientes y arañas, y la mayoría presentaban síntomas de estrés y nerviosismo en su presencia que no se daban frente a peces o flores. Los científicos creían que a tan corta edad era imposible que la cultura afectase a la presencia o ausencia de miedo, lo que les llevó a concluir que debía existir un importante factor genético en el miedo a según qué criaturas. 

 

Gracias a otras investigaciones, sabemos también que los bebés no reaccionan del mismo modo a criaturas igual o incluso más peligrosas como rinocerontes u osos. Esto nos lleva a pensar que el miedo a arañas/serpientes viene de su coexistencia con los humanos durante tanto tiempo (desde casi el inicio de nuestra especie), mientras que nuestros encuentros con otros mamíferos agresivos son algo mucho más reciente. De hecho, creemos que este miedo puede venir de nuestro pasado como primates, pues múltiples especies no humanas presentan patrones de miedo y huida similares a los nuestros en presencia de serpientes y arácnidos.

Estos miedos de adquisición evolutiva presentan una gran resistencia a la evolución, pues a lo largo de generaciones nos han ayudado a sobrevivir y perpetuar nuestra especie. Si bien pueden parecernos una tontería, resultan de lo más normal, y mientras no afecten a nuestra calidad de vida no deberíamos prestarles mayor atención.

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